lunes, 27 de abril de 2009

La invasión de 26 especies exóticas amenaza la riqueza de los grandes ríos gallegos

La Confederación Hidrográfica del Miño-Sil alerta de la pérdida de biodiversidad por la implantación de ejemplares alóctonos.
La alerta por la invasión de especies exóticas no es exclusiva de los ríos gallegos. Es un fenómeno global, sí. Pero lo que aquí sucede tiene ciertos matices que dificultan todavía más dar con una solución eficaz y, mientras tanto, frenar los desequilibrios que producen. Por un lado, que las especies nativas gallegas tienen poca capacidad de dispersión, para cambiar de asentamiento; por otro, que los ecosistemas vinculados al Miño y al Sil son especialmente “frágiles”. Un idóneo caldo de cultivo para la presencia de especies que nada tienen que ver con la biodiversidad gallega como el lucio, el pez mosquito, la perca americana o la trucha arcoiris. Además de los peces, los otros ejemplos de fauna que están causando “impactos relevantes” son el cangrejo rojo americano –destruye la vegetación, es un depredador voraz y porta la afanomicosis, la principal causa de la desaparición del cangrejo de río autóctono–, la almeja china o el visón americano, introducido en el medio natural a través de los ejemplares que escapan de las granjas peleteras y que también se considera un depredador muy potente y un vehículo de transmisión de enfermedades. En el catálogo de las especies más problemáticas que afectan a su cuenca, la Confederación Hidrográfica del Norte incluye el conocido mejillón cebra, que no está presente en los ríos de la demarcación pero posee “una elevada potencialidad de invasibilidad a corto y medio plazo”. “La proporción de flora alóctona de nuestros bosques de ribera comienza a ser elevada y continúa en aumento”, advierten desde el organismo. A su introducción accidental se une en este caso la importación para cultivo, el aprovechamiento forestal y el uso ornamental. Las más representativas y extendidas, sobre todo en los tramos medio y bajo de los ríos, son la cabellera de la reina, el plumero o hierba de la pampa –usado mucho en las medianas de las autovías y autopistas–, la oreja de gato o amor de hombre, la hierba de cuchillo y, como no, el siempre polémico eucalipto. La responsabilidad de la Administración Los expertos hablan de cuatro posibles vías de entrada para las especies exóticas en los ríos de la comunidad y en el resto de España. Las introducciones intencionadas, los movimientos y el transporte en embarcaciones, las actividades asociadas a la acuicultura y la interconexión entre cuencas hidrográficas. “En la Península Ibérica, la mayoría de las introducciones han sido intencionadas”, apunta el documento de la Confederación Hidrográfica Miño-Sil. El objetivo, el de “mejorar” la práctica de la pesca deportiva o la plantación de especies ornamentales. De hecho, en el caso de los peces y moluscos, las primeras “sueltas” corrieron a cargo de la Administración en los años 50.Graves consecuencias económicas Las especies exóticas invasoras son ya la segunda causa de pérdida de biodiversidad en los ecosistemas terrestres, marinos y dulceacuícolas, según la Unión Mundial para la Naturaleza.
Es el primer impacto, el más grave, el que preocupa a los organismos que tienen la obligación de gestionar la calidad de las aguas. El golpe que suponen para los hábitats y la biodiversidad. Pero hay otro, todo un dolor de cabeza para las Administraciones, que es el económico. “Van desde la pérdida de ingresos hasta el acarreo de los elevados costes económicos para su control”, apuntan los expertos de la Confederación Hidrográfica Miño-Sil. En el primer caso, por los daños que provocan en la productividad agraria por las plagas, los perjuicios a las infraestructuras o la contaminación de productos que se comercializan.

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